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Reza eu CALMA

"En dos mil años el negocio de la iglesia cristiana ha hecho un 'gran trabajo'. Desde apoyar a los nazis, la inquisición y el tráfico de esclavos negros en los siglos XV y XIX, hasta ayudar al incremento del SIDA en África, sin mencionar la masacre de culturas nativas por toda Sudamérica. 2000 años asesinando a todo aquel que se ha interpuesto en su camino".

Este es CALMA. Artista, filósofo, fuente de inspiración. Crítico con la faceta corporativa de la iglesia y la asimilación del término negocio ligado a la religión. Harto de vivir angustiado por la culpabilidad del pecado original, las manchas del alma y demás historias sombrías que su padre -ministro protestante- le inculcó de pequeño, CALMA echa el freno, se replantea la situación y estudia. Centra su atención en los ritos orientales y se interesa por las mandalas tibetanas, las máscaras y esculturas africanas y brasileñas, la temática medieval europea y los símbolos de la alquimia. "Después de casi diez años, a principios de mis veinte empecé a estudiar filosofía y las distintas religiones. Me hize macrobiótico y después me convertí al budismo zen... que me condujo después a la filosofía de Jung, que estoy estudiando actualmente. Creo que todas las deidades (mitos) son expresiones de las mismas fuerzas arquetípicas que están presentes en el alma humana".

CALMA es místico. Es respetuoso con todas las religiones. Cree en cosas que no vemos, que no oímos y que sin embargo "nos hablan de mil maneras diferentes". Cree en la naturaleza y quizás también en ese Alma del Mundo del que hablaba El Alquimista de Coelho. CALMA es ante todo un poeta urbano. Un artista que lanza preguntas retóricas al aire aún sabiendo que nunca hallarán respuesta. 'Boa sorte' nos exhorta. 'Buena suerte', sentencia. Sus animales, sus rostros... todo su arte da escalofríos y estrangula nuestras conciencias mientras investiga el subconsciente colectivo del ser humano. Las cuencas de los ojos vacías, sangrantes, doloridas. Figuras que en otro tiempo fueron piadosas se convierten en seres híbridos que padecen, que se angustian y claman venganza a gritos. Rostros que como los de Edvard Munch saltan horrorizados las barreras del olvido. Se niegan a aceptar que el destino está escrito y se santiguan por si acaso. En la iconografía de CALMA Dios ya no es tan 'DIOS' y el hombre no es tan 'HOMBRE'. Se mezclan, se confunden y padecen ambos la justicia divina. Los papeles se han cambiado y todos sufren las consecuencias de las vergonzosas mentiras y las verdades a medias que les fueron contadas por la tradición oral. In principio erat verbum (Al principio era la palabra), alguien dijo. ¿Y después? ¿Qué viene después? ¿Desmentir lo dicho?



AGNUS DEI (Cordero de Dios)
La riqueza del sincretismo de Latinoamérica origina esa intensidad religiosa, esa frescura sana y sensata que sólo surge de la mezcla. La Virgen María, Jesucristo y Satán comparten zona vip en los altares. "Los cultos y rituales de Brasil mezclan el catolicismo con religiones africanas como umbanda y candomble. Entras en un templo y encuentras imágenes de la Virgen María y Jesús, pero también entidades como Petro-velho, Pomba-gira, Exu-caveira. Espíritus que son sombríos o malignos, y puedes ofrecerles comida o un licor brasileño llamado cachaça. Es como si vas y dices: "¡Eh, Dios! ¿cómo te va?, pero también estás diciendo: "¡Ey, Satán! ¿qué pasa? Saludas a todo el mundo por igual". En las piezas de este artista la realidad se presenta también polimórfica. El universo de las mil caras. "Veo los animales antropomórficos y las mezclas como una representación de los humores humanos, sus condiciones y arquetipos. Los pájaros también representan versiones distorsionadas del Espíritu Santo y, lo de Jesucristo con cuerpo de toro es una crítica a la religión del TODO LO QUE PUEDAS COMER. Una degradación del ritual sagrado de comer el cuerpo de Cristo".

Nos contaron que existía un paraíso. Un cielo de los justos al que iban a parar las personas buenas, las almas limpias y puras, la gente de bien. 'Jesusito de mi vida eres niño como yo...' Más tarde vino el hombre del saco. El purgatorio, Satanás, las llamas del infierno, el dios vengativo y rencoroso... Nos hablaron de Ley del Talión, del 'Donde las dan las pagan'. Llegado ese momento yo perdí la fe en el cristianismo. CALMA también. "Mi padre era un ministro protestante, así que yo siempre iba a la iglesia, de vacaciones al camping de gospel, escuchaba toda esa mierda sobre el infierno, la culpabilidad y el pecado original... Así que cuando cumplí 13 años todo lo que quería era prender fuego a la iglesia y escupir a todos los curas, cosa que nunca ocurrió. Fue cuando me metí en el mundo del punk rock y el skateboarding", explica. "Hay otra cosa interesante que es el Santo Daime, que es un culto originario de Amazonia. Bebes el té Daime (que se conoce como Ayahuasca) entras en trance y bailas una danza primitiva. Cantas sobre la Virgen María y Jesús pero también sobre los espíritus nativos brasileños como Papai Ogum da Mata, Mame Jurema, lemanja..."



Klaus y Eudora dan fe de esta consciencia sublime y retorcida del brasileño CALMA. Ambos personajes, contrapunto de una sociedad eminentemente religiosa se alejan de la iglesia tradicional buscando nuevos horizontes. Utilizando el latín, reclaman la atención de los transeúntes. De todos aquellos que, como los Monty Python, en algún momento se pararon a pensar sobre el sentido de la vida. "El latín es mucho más interesante que cualquier otra lengua porque está muerta", explica. "Tiene un sentido atemporal y muchas de las cosas que escribo en mis pinturas son proverbios que fueron escritos en latín en su origen. Suae Quisque Fortunae Faber Est". Klaus es el rostro que da vida al artista y no al contrario. Es una entidad aparte. Un ser que existe por sí mismo, que se traslada a la calle, a los muros, a las farolas. Un personaje que siente compasión por la raza humana, pero no saber cómo ayudarnos ni cómo ayudarse a sí mismo. Eudora es el rostro femenino, la virgen destronada, la madre que perdió al hijo, pero aún sí "es mucho más creyente" asegura el artista, "y algunas veces puedes ver una chispa de alegría en sus ojos, e incluso puedes intuir que esboza una ligera sonrisa". Cuando entre 1998 y 1999 empezó a utilizar el nombre de CALMA, Stephan Doitschinoff tenía un trabajo que le angustiaba y le resultaba pesado. Fue entonces cuando encontró este término opuesto que le liberaba de las penas y dejaba entrever su estado anímico: "Sentí que CALMA, que era exactamente lo opuesto a lo que estaba viviendo, era un término que se ajustaba perfectamente. Después descubrí el origen de la palabra que es también muy interesante, viene del latín c'alma que significa con alma".

Acostumbrado a pintar en la calle, el artista expone sus miedos en la ciudad al alcance de todos. Juega a identificarse con el espectador y viceversa. Siente que comparte su incertidumbre y su naturaleza con otras personas que, como él, un día decidieron ir por libre. Pensar por libre. Sentirse libres. Los colores de la naturaleza son también los tonos que inundan sus obras. Colores orgánicos: Rojos, marrones, naranjas y azules se combinan con el blanco y el negro para buscar el contraste. "Pintar en la calle es increíble porque representa el arte libre para todo el mundo. Muestra a la gente que la calle, que los espacios exteriores, no pertenecen al mundo de la publicidad. ¡La calle es nuestra, no es de las compañías de publicidad ni del gobierno! El arte urbano es un regalo para la comunidad" concluye. La pintura acrílica para los lienzos y la pintura plástica para los grandes murales son sólo el comienzo. El arte con mayúsculas viene después, cuando la dualidad de la naturaleza humana busca salir a flote y CALMA se lo permite. "Me gusta retratar mi versión vuelta del otro lado, del mundo espiritual confundido y bizarro. Mezclo imágenes que forman parte de la imaginería de la gente, pero me gusta ofrecerles también otra visión como 'TODO LO QUE PUEDES COMER es Cristo'. Desafortunadamente, la versión terrorífica y enferma que la iglesia da de la realidad está dirigida hacia nuestro subconsciente. Ni siquiera nos damos cuenta de muchas de esas mentiras que percibimos y muchas de las creencias de nuestra sociedad están basadas en ellas".




El artista desplega sus alas y vuela. Siente que el aire le golpea en la cara y el calor abrasador del Brasil quema su rostro. Pero como Ícaro, quiere volar alto, acercarse al Ser Supremo, sentir su presencia. La alegría le dura poco. La miseria de la condición humana le salpica impregnando las plumas con una sustancia aceitosa. El dios vengativo le rechaza y cae a tierra. Levanta la vista y le pisan la cabeza, que queda hundida en el barro. Aún así, tiene ganas de seguir adelante. La búsqueda de la paz interior y la verdad humana es más fuerte que el cansancio del camino. Sirvitur sub tectum meo (no soy digno de que entres en mi casa) recita, pero sigue en su empeño. 'Take It Easy CALMA' -pienso-. Sus pinturas basadas en La Divina Comedia de Dante para el concepto del nuevo álbum de Sepultura, o sus ilustraciones para el libro Gipsy Tales, son parte de los proyectos en los que el artista se encuentra inmerso en la actualidad. También las dos series de lienzos, uno para una exhibición en Space Gallery (Pittsburgh, USA) y otra para el BLK MRKT Gallery (Los Angeles, USA). Mientras hace esto, sigue apostando fuerte por la vertiente limpia y espiritual de las religiones en contraposición con el negocio y la ostentación material. Sus criaturas, mitad humano mitad bestia, simbolizan "la vuelta atrás de la condición humana hacia su estado primitivo, en el buen sentido", asegura.

El mundo de la religión de masas y la mística resultan, si analizamos la obra de CALMA, un sorteo. Una papeleta de 'rasca y gana'. Una apuesta de ruleta al rojo sangre con la suerte en contra. La fe mueve montañas, o eso dicen. Pero también odios, rencores, batallas injustificables en el nombre de un dios o una creencia. Si te toca la china y eres débil puedes sucumbir a su furia. CALMA sólo pide con sus obras que nos dejen en paz. Que el ser humano sea fuerte y libre de vivir la vida a su manera, sin adoctrinamientos, sin fanatismos y sin temores. Yo soy de los que piensan que es bueno creer en algo. En uno mismo, en las fuerzas de la naturaleza, en el fluir de las energías vitales o en un bellocino de oro. Eso es algo que no hace daño salvo si se radicalizan las posturas, si se pierde el norte y el afán de poder tergiversa las cosas. Como muchos otros siempre estuve a favor de las combinaciones, de las permutaciones, de las variaciones vitales. En definitiva, de las mezclas. Enriquecen, unen, invitan a compartir lo que uno es y lo que siente. Con la vida espiritual pasa lo mismo. Las imágenes de CALMA incitan a la reflexión y al cambio. Te preguntan en voz alta si estás dispuesto a pagar el precio por seguir a ciegas los dictados de una fe impuesta. Se cuestionan si no es mejor que uno mismo tome sus propias decisiones, si la vida no está ahí para que cada uno decida lo que quiere hacer con la que le tocó en el sorteo. Sueña con el más allá o con el que está aquí, un poco más cerca. Pero sueña. El tiempo se agota para la carne y eso no hay creencia, religión o credo que se ponga frente a nosotros y nos diga lo contrario a la cara. Si eres fuerte sabrás cómo luchar para seguir, para decidir si tu alma es migratoria o sedentaria. Para opinar y discutir si existe un dios o varios, o si por el contrario no existe ninguno que te tosa. Por suerte o por desgracia CALMA, el artista y la persona, ha oído de estas cosas y es capaz de darte su visión sobre el asunto. Con un nudo en la garganta y una buena dosis de duro realismo, CALMA avisa, y el que avisa no es traidor.

"Cuando un hombre persigue su leyenda personal, todo el universo conspira para que se cumpla". Paulo Coelho. CARPE DIEM.